Manuté Bol‏ el hombre alto.



Manute Bol, este nombre, suena frío aquí en nuestra sociedad, puede que lo conozcas, como uno de los jugadores más altos de la NBA, donde jugó, estadísticas,... Todo esto son meros datos, grandes, pero solo datos, pues en Sudán, su país natal, el es un héroe, no uno como Pau Gasol, Ricky o Navarro para nosotros que nos dan victorias y títulos. El dio La Victoria, y libertad.


Pero para llegar a esto, debemos retroceder hasta el comienzo de su carrera baloncestista. Manute pertenecía a la tribu dinka, en Sudán del Sur. Llego a los oídos de los ojeadores de colegios y universidades con equipos de baloncesto por un alumno, familiar de Manute, que comentó su existencia. Esa oportunidad no podía desperdiciarse. Manuté estaba destinado a ser el jefe de los dinkas, pero le hablaron de baloncesto, y fue el comienzo de alguien que pasará a la historia.

Le enseñaron el juego, reglas, movimientos, aprender la visión de juego, como tirar.. los movimientos bajo el poste no eran un problema para él, si le dices a alguien de 2,31 con una envergadura demoledora en un aro a 3,05 metros era coser y cantar. Empezó jugando en Sudán, los equipos de la zona, pero finalmente fue llevado a los colegios y universidades de EEUU. Allí destacaba, la diferencia de altura era muy grande. pero él quería más, quería la NBA.

En esto no lo apoyo nadie, ¿tenía la altura? sí, de sobra, pero como imaginareis alguien de semejante altura y que tan solo pesaba 80 kilos y por mucho que lo intentasen no engordaba, carecía del cuerpo y la masa para jugar. Pero rompió todos los pronósticos, fue drafteado en el 83, en segunda ronda, puesto 31 por los Washington Bullets, pero empezó a jugar en el 85. Su llegada asombró a la NBA entera, nada más y anda menos que 397 tapones en su primera temporada, había puverizado todos los records, no había ningún jugador al que no se le hiciese de noche cuando jugaba con él, pero casi los tapones eran su único aporte al equipo (es el único jugador de la historia con más tapones que puntos), en rebotes tampoco llegó a destacar, ni mucho menos, aunque más adelante al ver que siempre se quedaba totalmente solo desde el triple, decidió mejorarlo, llegando a tener un buen tiro desde esta distancia ya cuando había cambiado de equipo pasando por los Warriors y Philadelphia. Pero había conseguido un sueño, era querido, rico, había salido del lugar primitivo en el que vivía, pero jamás los abandonó.

Sudán se debatía por una lucha interna, el norte liderado por los musulmanes y el sur por los cristianos, que eran constantemente atacados por los del norte (liderados por un tal Bin Laden) tuvieron que emigrar, en la pobreza, caminando meses, enfermos y desnutridos hasta Etiopía. Manute pudo haberse quedado sentado en su mansión, sentado en su sillón, disfrutando de todos los lujos del mundo, pero no, eso jamás se le pasó por la mente. Dio toda su fortuna, al completo, en alimento para los niños emigrados, sin familia y sin nada. También decidió construir colegios no solo en Sudán del Sur, de la que era partidaria y que era la que sufría los tormentos casi, sino en todo Sudán, pues argumentaba que ningún niño tenía la culpa, y necesitaban un futuro. recibió a cambio su captura y puesta en prisión por el norte. Pero fue liberado meses después devuelto a EEUU para no tener problemas con ellos.

Sin embargo, no se quedo quieto, a pesar de padecer una gran enfermedad, artritis, que con su altura y edad tenía peores efectos aun. Siguió ganando dinero para su país y apoyando la causa de la independencia del sur respecto al norte. Y, como el tiempo, lo pone todo en su sitio, lo consiguió. Habían llegado a un acuerdo, habría independencia y paz. Manute decidió ir a su país y presenciar este momento, a pesar de la negativa de los médicos y su familia porque hiciese esto, pues allí carecería del tratamiento que le mantendría con vida, pero necesitaba presenciar aquello por lo que había luchado. Ello le llevó a morir el 19 de junio, su entierro fue apoyado por tanta gente que parecía un auténtico jefe de estado, totalmente merecido. Pero no pudo presenciar el tratado, pero dejó una huella, hoy miles y miles de niños le deben su vida nada más y nada menos que a Manute. Esto es un homenaje a él, Manute, porque fue una gran persona, y también un hombre muy alto.

Publicado por Carlos Quintero Alemán.



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